domingo, 13 de diciembre de 2015

Los camalotes

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Los camalotes", y publicado en "El Berazategui que viví I", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.


Los camalotes

Cuando crece mucho el río Paraná, entran en el Río de la Plata, grandes cantidades de camalotes, llegan casi hasta la Bahía de Sanborombón. Un día en la década del 30, el río parecía un bañado por la gran cantidad de camalotes; los había grandes y chicos, pero todos unidos. 



En uno vino un lagarto como de un metro y medio de largo. Lo cazaron los pescadores y lo llevaron a la pesquería de Rolando. Lo pusieron en un tacho que se usaba para cocinar pescados, y allí estuvo en exhibición mucho tiempo. En otro camalote vino un monito, todo eso era gracioso, pero lo peligroso eran las víboras yarará, que también venían. Un día mi tío arreaba las vacas en el bañado entre la paja brava, y el caballo pisó una, casi lo pica. Las víboras generalmente son mansas, si no son molestadas no pican. En la costa y en el bañado de Berazategui, rara vez se ve alguna, únicamente por esas circunstancias, cuando bajan del Paraná.


Una vez quedó varado en la costa un camalote como de dos hectáreas, parecía un pedazo de isla que se había desprendido. A los caballos no los podían hacer arrimar, se asustaban, no por lo que veían, sino por el olor que despedían los animales y reptiles que habían estado sobre él. Los caballos sienten el mismo temor cuando pasan frente a un circo con animales salvajes.



sábado, 21 de noviembre de 2015

Los nutrieros

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant titulado "Los nutrieros", publicado en su libro "El Berazategui que viví I", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

Los nutrieros

Las vacaciones, del 41, fui a pasarlas a la costa de Pereyra, donde mi tío era encargado de la pesquera. Allí conocí a los hermanos Gamarra. Mayores que yo unos cuantos años, eran "yuyeros" y "bicheros". Venían de Villa Elisa.
Mi tío les había dado permiso para "nutriar". Los doce meses del año vivían de lo que le daba la costa y el bañado. En los meses de pleno invierno eran nutrieros, cuando vale más el cuero. Los demás meses del año los repartían en juntar yuyos en la orilla del arroyo El Marinero, donde había mucha cola de caballo, zarzaparrilla, lucera, anacaguita, sarandí blanco y otros. En tiempo de las ranas, se convertían en "raneros" y también cazaban burritos del bañado, que es un pájaro muy bonito que vive en la paja brava; también eran muy baqueanos para cazar pichones de tero, y los vendían a las pajarerías. Además cazaban sapos para vender a los farmacéuticos. Los empleaban para hacer la reacción de embarazo de las señoras de esa época.

Cuando soplaba viento norte, recorrían la costa desde Boca cerrada a Hudson, buscando madera, porque con ese viento salía mucha. Allí me enseñaron la ley de los costeros: cuando hay madera parada o puesta en cruz ya tiene dueño y hay que respetarla.
Pocas leyes se respetan tanto como las sin papeles.
Contaban que lo más penoso era la caza de nutrias. Entraban por la tranquera que estaba en el camino de Villa Elisa a Punta Lara, ya en el Parque Pereyra con el carrito con todo lo necesario. Se pasaban varios días nutriando; cuereaban y salaban los cueros y los estaqueaban allí mismo. Eran grandes pajonales donde había muchas nutrias. En pleno invierno era muy sacrificado, contaban que con las varas del carro y unas lonas, improvisaban una carpa para hacer noche. Cómo me hubiera gustado hacer esa vida; pero claro, en ese tiempo yo tenía diecinueve años.


lunes, 9 de noviembre de 2015

La colmena

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant titulado "La colmena", publicado en su libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

La colmena

En el Berazategui del cuarenta había muchos quinteros y floristas, por eso no podía faltar quien criara abejas. Este era Enrique Rosello. Tenía los colmenares donde hoy está el Complejo Deportivo de la Asociación Deportiva Berazategui. Cuando se vendieron estas tierras, se fue con los colmenares al edificio de Obras Sanitarias, donde el casero era Mariano Cruz.

Al pasar por allí camino al río, siempre iba a visitarlo. Un día me dijo si lo acompañaba a buscar enjambres en los montes de Podestá, en la costa de Plátanos. Había muchos, porque en primavera, cuando nacía una nueva reina, se iba y formaba una nueva colmena.


Y así fue, que un día con un cajón especial que él mismo había construido, nos fuimos en tren hasta la estación Hudson. Caminamos hasta los montes de la costa, nos internamos buscando árboles viejos con huecos. Encontramos muchos que eran madrigueras de comadrejas, en otros había nidos de golondrinas de monte, que es mucho más chica que la pueblerina y muy mansita. Pasan volando a gran velocidad rozándolo a uno. Por fin en un hueco encontramos lo que estábamos buscando. Un enjambre que daba miedo ver. ¡La cantidad de abejas que tenía! Pero como Rosello me había explicado, en esas circunstancias no pican. Con un pincel para no lastimarlas las puso en un cajón y así lo trajimos.

                       Ahora ya tenía otra colmena. 

sábado, 10 de octubre de 2015

La vaca enterrada

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "La vaca enterrada", publicado en el libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

La vaca enterrada

Era pleno verano y estábamos de vacaciones. Raúl Rosello, Rodolfo Pérez, Claudino Santanchini, Lito Borselli, el Negro Ezquieta y yo. Decidimos ir a acampar unos días al río. Salimos rumbo al Arroyo de las Nutrias con unas lonas que usábamos para transportar las cosas, y si llovía, nos servían de protección. Poco antes de llegar al arroyo, los ladridos de unos perros, nos llamaron la atención, nos arrimamos para ver de dónde venían. 
Encontramos una vaca enterrada en el barro blanco, justo donde terminaba la rompiente, cuando el río crecía. El pobre animal estaba enterrado hasta el cogote. Quisimos sacarla pero fue imposible. El peligro era que si el río crecía, seguramente la taparía.


Fuimos a pedir ayuda a los pescadores, pero tanto Rolando como Altieri estaban tirando las redes. Nos quedaba como recurso ir hasta el tambo de Cruz. Allí encontramos a Vidal que tenía una yegua muy buena y fuerte, a la cual llamaba Elsa.
El hombre tomó un lazo y nos acompañó. Se lo colocamos alrededor del cuello y la yegua comenzó a tirar. La vaca no se movía y el riesgo era descogotarla. Con una pala nos pusimos a cavar. Logramos ubicar el lazo en el cuarto delantero y así pudimos sacarla. Cuando salía, parecía que la tierra la estaba pariendo. El animal pudiera ser de cualquiera, porque era todo campo abierto y no tenía marca.

Seguimos muy contentos hasta el lugar elegido para acampar. Estaba ubicado donde más tarde construiría el rancho Fermín Molina. Tenía una caballada y una red para pescar. Estábamos bien allí, porque del otro lado del arroyo, se encontraba la quinta de Contamusa, que tenía frutales y viña, Eso nos permitía aprovisionarnos de alimentos al bajar el río.

Esa misma tarde vimos que se nos acercaba un hombre de a caballo. Era Don Robustiano Acuña, delegado municipal. La vaca resultó ser de él, nos venía a agradecer y a darnos unos pesos.
Por unos días no necesitábamos vivir de la caza y de la pesca.

martes, 29 de septiembre de 2015

Mi paso por Rigolleau

Compartimos otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Mi paso por Rigolleau", y publicado en el libro "El Berazategui que viví II" editado por la Asociación Orígenes de Berazategui

Mi paso por Rigolleau

Mi paso por Rigolleau me dejó alegrías y tristezas. Entré en el año 1940 en la Sección Vidrio Blanco. Llevaba el "archa" a dos oficiales, uno era Amoribello y el otro Urlanga. Uno, con la caña sacaba vidrio del horno y lo ponía en el molde, y el otro lo prensaba. En términos vidrieros eran un sacador y un prensista.

Mi trabajo era el de llevar el "archa" que consistía en llevar lo prensado, que podían ser vasos, potes o cualquier otro producto al archa, que era un horno, poniendo el producto en una cinta de tejido de alambre que conducía hasta el otro extremo. Con ese procedimiento quedaba la pieza templada y no reventaba.

Era penoso hacer ese trabajo, les pagaban por piezas, el archa estaba a unos veinte metros de los oficiales y agravado porque trabajaban a destajo. Terminaba las ocho horas escaldado por lo caminado y por el calor. Lo mío no era nada, lo sentía por los menores que hacían el mismo trabajo.
Hay un testimonio de esos años en una foto sacada en la misma sección, que se muestra en el Museo Histórico y Natural de Berazategui, donde se aprecia a los chicos con pantalones cortos.

En ese tiempo no había sindicalismo; por eso el abuso. Pero cuando lo tuvimos, les voy a contar lo que pasaba. Era más o menos entre el cuarenta y el cincuenta, después de pasar por "Vidrio Blanco", entré al taller de producción. En ese tiempo Rigolleau contrató a un maestro francés para que los hijos del personal aprendieran mecánica en forma gratuita, al maestro lo llamaban "Caballo de Bolsa" por lo alto y encorvado. En esos años habían cambiado tantas cosas que si un capataz miraba de reojo a un delegado podía haber un paro, lo notable era que a esos paros también se adherían los aprendices.

En los años que trabajé en el taller, lo que más me conmovió, fue que una mañana Don Jorge Batuello, un italiano de Alta Italia, que era jefe nuestro, vino con el diario y trajo la noticia de que el "polaco", la noche anterior, se había matado con la moto en el río de Quilmes. Era un hombre muy querible. Tanto era así, que un amigo calabrés se golpeaba la cabeza en la pared. Allí afloró la idiosincracia de los que trabajábamos con el polaco. Como era herrero hacía tijeras para cortar vidrio, para cercos, cuando los amigos se lo pedían.
Un viejo alemán le encargó una, cuando se enteró que se había matado lo primero que dijo fue: "Atogante", no terminó "tijega".
Nosotros los muchachos argentinos, conociendo la vida que hacía, como la noche del accidente que venía de un boliche que tenía un paisano, con la tristeza que nos dio su muerte, nos quedó como conformidad decir: ¡quién le quita lo bailado!
Estos son los detalles de mi vida en Rigolleau.





sábado, 19 de septiembre de 2015

El Deporte del Box en Berazategui (Segunda Parte)

Aurelio Grassi y su pasión por el Box

La revista argentina de deportes "LA CANCHA", del 3 de octubre de 1945, mencionaba parte de la trayectoria del pugilista Aurelio Grassi, alias "mangoré" (1). En ella se resaltaba que "Aurelio Grassi fue hasta más o menos dos años un púgil, que dentro de la categoría mediano, logró indudable reputación, en el campo amateur, por su poderoso punch.


En el corto término de dos temporadas realizó aproximadamente unos 40 combates, empañados por una sola derrota frente a Quintas, resolviendo la mayor parte de ellos por la vía del K.O. Mencionamos los nombres de José Pasenza, Cándido Godoy, Alberto Sotillo y Héctor Maturano como sus vencidos, dando así una idea aproximada del provenir que se abría ante este buen elemento merced a la "dinamita" de sus puños.


"Pero esa carrera -que abrazó desde la edad de 15 años- quedó trunca. La condición amateur de su profesión deportiva, obligó al pugilista Grassi a convertirse en el agente policial chapa Nro. 7453, y como este empleo le coartó su libertad para los adiestramientos, debió decidirse por el abandono del deporte. Sin embargo ahora está dispuesto al retorno. Ya ha comenzado a prepararse en el club Quilmes, al cual defendió anteriormente y a poco que consiga un cambio de repartición, podrá volver a ser la promesa que hace dos años se vislumbró con muchas posibilidades".


El diario "La Palabra" de agosto de 1985, publicó una retrospectiva de la vida boxística de Aurelio Grassi. El reportero que lo entrevistó, no individualizado, comenzó de esta manera su informe:

"Una corta pero fructífera carrera en el box llevó a nuestro coterráneo Aurelio Grassi a cosechar inmumerables triunfos, pero sobre todas las cosas muchísimos amigos. 
Comenzó a practicar el deporte en 1939, a la edad de 22 años. La pasión por el box lo llevó a entrenar duro para conseguir buenos resultados. Sin embargo, no le había sido fácil ya que su madre se había opuesto terminantemente. Después de 15 días parecía terminar un sueño que había empezado a gestarse en 1931, cuando tenía 14 años.
A pesar de las dificultades mencionadas, pudo seguir su sueño pensando en las glorias de la época: Landini, Fernandito y otros.


El "tucumano Gómez" le mostró la senda para iniciarlo; luego el club Bernal Oeste lo vio crecer dentro del cuadrilátero hasta que Pío Ventura Pereyra se radicó en Berazategui y se creó el boxing club "Los que triunfan", en las calles 31 y 19 (hoy 148 y 9).
Allí se formó el equipo con los hermanos Alberto y Hugo Garay, De Belso, Alegretti, Manuel Kelly, Francisco Molibello, Victorio Bartolotta, Pedro Gianini y José Lebone entre otros; todos dirigidos por Pío Ventura Pereyra.
Grassi era un boxeador de la categoría mediano, con un poderoso punch (Potencia o fuerza que tienen los golpes de un boxeador), lo que le valdría diez victorias por K.O. de sus 40 presentaciones victoriosas.
Su primer enfrentamiento, frente a Semenerzuk fue una victoria por puntos; era la primera de una larga serie de triunfos. Pero, a pesar de que Grassi sentía el deporte en su sangre, las condiciones económicas nunca lo favorecieron. Los boxeadores amateur cobraban 3 pesos por preliminar y 35 pesos por pelea de fondo; mientras que los pugilistas de primera línea orillaban los 70 pesos.
La carrera de Aurelio Grassi quedó interrumpida por su ingreso a la Policía Federal, luego de su casamiento y el nacimiento de su hijo, lo que le impidió continuar con lo que él pretendía: "el box como entrenamiento".


En otra parte de su diálogo con La Palabra recordó su mejor pelea: "Fue la que le gané a Pasenza en el primer round por K.O.; me acuerdo que el encuentro se hizo a beneficio de los inundados (año 1940). Fue un round muy rápido que no nos dio tiempo para estudiarnos; estudié unos tres golpes y lo arrinconé contra las sogas, lo paré con la izquierda y le tiré la derecha en punta, él dio una vuelta sobre el cuadrilátero y cayó". 
Grassi, contó que estaba atemorizado ya que su rival tardó 15 minutos en recuperarse.
Tal vez por eso lo bautizaron... "Dinamita".
Ese mismo día lo llevaron en andas hasta la estación de Berazategui, distante tres cuadras; sus simpatizantes, Amor Ameal y Kiko Martínez, entre otros, no dejaron de gritar vivas en su honor. En este volante vemos que en este combate lo publicitaron como "Alberto" Grassi.
En esa entrevista no sólo afloraron sus triunfos, rememoró su única derrota de esta forma: "No estaba entrenado; estábamos en huelga en la fábrica Ducilo y para conseguir un poco de dinero extra decidí enfrentar a Quintana. Pero la suerte nada tuvo que ver con este combate ya que mi contrincante era una máquina de tirar golpes; con mi experiencia traté de neutralizarlo pero no pude". Otra anécdota que recordó, un tanto risueña, fue una de las peleas en Bernal: "tenía que pelear con Obdulio Diano, pero me cambiaron el rival por Alberto Sotillo. El ring era de tierra y tenía sogas que parecían de tendedero, mi pelea se desarrolló en el barro; asimismo intenté pelear de la mejor manera".

El balance

"Me quedaron muchos buenos recuerdos y una cantidad de amigos inseparables, entre los que cuento al "loco Chichilo", así comenzaba el balance sobre su paso por el box: "intenté fomentar el box en nuestra localidad de Berazategui junto con Manuel Otero y Adrián Rodríguez en el Club La Armonía, pero la gente ya no concurría en forma masiva y tuvimos que vender un precioso ring side que habíamos adquirido al Club Atenas de La Plata.


De allí en más Aurelio Grassi o "mangoré" (1) o "dinamita", se alejó de la práctica del box pero dejó la impresión de su vuelta al boxeo.
Pasaron los años pero una idea puede surgir entre Pablo Casino -fondista-, su amigo, y varias personas compenetradas con este deporte; el objetivo es devolver a Berazategui una actividad que nunca debió haber perdido...

Investigación y compilado:
Juan Carlos Grassi y Elena Pisoni
jcgrassi1420@hotmail.com

Fuentes:
Diario "La Lucha" - pág. 20 - 30/04/1941
Revista deportiva "La Cancha" - 03/10/1945 Nro. 906 - Año 18. Corrients 550. Dtor. J. R. López Pajaro
Diario "La Palabra" Pág. 2. - 2 de agosto de 1985 - Nro. 3.506 - Dtor. Miguel José Gaita

(1) Mangoré: nos remite a una leyenda sobre el cacique de una tribu indígena, asentada en la zona sur del río Paraná y que peleó valientemente contra los españoles.



lunes, 14 de septiembre de 2015

El Deporte del Box en Berazategui

Compartimos con Ustedes una nueva investigación de Juan Carlos Grassi dedicada a la historia del Box en nuestro partido.

El Berazategui Boxing Club

El 16 de octubre de 1940 fue fundado en Berazategui - Partido de Quilmes - una entidad de box denominada "BERAZATEGUI BOXING CLUB". Pero, para ser exactos, este Club fue la continuación del popular Boxing Club "Los que Triunfan" que había sido creado por el tesón y espíritu deportivo del conocido boxeador Pío Ventura Pereyra, en ese momento Director Técnico de la entidad.


En el pequeño terreno, que por primera vez ocupara el ring y los elementos de gimnasia, supieron sus iniciadores imprimirle un ritmo simpático al deporte de los guantes; supliendo la carencia de muchos de los aparatos necesarios para su práctica, con un entusiasmo sin límites.

Con el transcurrir del tiempo, luego de haber desfilado por el tablado de la calle 31 y 19 (actuales 148 y 9) figuras populares como las de Italo Androvandi, Fuster y otros, las necesidades de espacio, como así la popularidad, determinaron la reorganización sobre bases más amplias. Fue así que se nombró una Comisión Directiva que en los primeros momentos fue integrada por Amleto Grassi como presidente, Luis Kombol como secretario y Carlos Kelly como tesorero, completándose con los vocales Luis Azzolini, Salvador Di Blasi y Luis Pérez.
Se le otorgó carácter localista a la entidad con la denominación de "Berazategui Boxing Club". Entre sus objetivos se destacaba: "la práctica de los deportes en general; el dictado de clases de cultura física, especialmente para los niños, a más de las actividades sociales y culturales, sobre la base de reuniones y conferencias".
El esfuerzo realizado por la comisión del Berazategui Boxing Club, se plasmaba en la calidad de los boxeadores locales, que lograron formar.
Entre ellos, figuraban Alberto Garay, Arnaldo Belso, los hermanos Goya, Ismael Pereyra, Luis Kombol, Albanesi, Aurelio Grassi y, como gran promesa, Victorio Bartolotta.
Uno de esos dirigentes indicaba al periodista del diario "La Lucha" del 30 de abril de 1941 "que a pesar del espíritu que nos anima, no se ha podido cumplir con todo lo prometido, ya que hemos tropezado con muchos inconvenientes, siendo uno de los principales, la carencia de un local apropiado. En muchas oportunidades se han malogrado festivales y tenido que aplazar sesiones de entrenamiento por las inclemencias del tiempo. No dudamos que cada uno de los jóvenes sabrá apreciar nuestro esfuerzo, y colaborará para dotar a Berazategui de una institución deportiva sólida, ya que el prestigio de la actual ha sobrepasado los límites de la localidad y en cada lugar ha dejado sentado su reputación y seriedad".

Y proseguía de esta manera: "Los hombres que en la actualidad rigen los destinos de la sede deportiva que trasladamos a la intersección de las calles 31 y 14 (actuales 148 y avenida 14) son conocidos y caracterizados vecinos, entusiastas cultores del deporte y que sacrifican sus horas de ocio en beneficio de la entidad. Ellos son: presidente, Carlos Veneroni; vice-presidente, Aquilino Martínez; secretario Amleto Grassi; prosecretario José Bermejo; tesorero Salvador Di Blasi; protesorero, José Anitori; y vocales: Raúl Belso, Luis Perez, Carlos Kelly, Angel Biondi, Orestes Caffarena, José Bartolotta, Matías Lorenzo.

No tenían dudas que el premio a la constancia y el desvelo coronarían pronto todos los sacrificios realizados desde sus comienzos. Su propuesta era contar a la brevedad con un local adecuado para las altas aspiraciones de los deportistas del Box".

Continuará...


lunes, 7 de septiembre de 2015

Los maizales

Compartimos otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Los maizales", publicado en el libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

Los maizales

Los muchachos del cuarenta no necesitábamos mucho para disfrutar del espectáculo que la naturaleza nos brindaba.

En Berazategui, donde hace poco pusieron la piedra fundamental del hospital público policial, había varias hectáreas de maizales, con la consiguiente variedad de pájaros.

Los que me llamaba la atención eran las bandadas de mixtos. No es exagerado decir que tapaban el sol.


Cuando levantaban vuelo parecían una ráfaga de viento trayendo sus finos trinos. Qué notable ver entre miles, a uno extraño que era bien recibido por la bandada: eran canarios. Lo pintoresco era cómo se distinguían de los mixtos que son amarillos, parecía uno de ellos albino. Cuando los mixtos se juntaban, hacían sus nidos en el campo. 
Era fácil encontrarlos, porque salían volando con dificultad, como tullidos por estar tanto en el nido. Nos daba pena ver que casi todos los nidos tenían huevitos de renegridos.
Un domingo salí temprano para ver las bandadas. Cuando llegué me encontré con tres hombres, que cerca del maizal habían puesto una red con guía. Cuando pasaba la bandada lo hacían volar y los pobres inocentes caían bajo la red. Así agarraban cientos, algunos bien amarillos otros más claros, para ellos todos eran iguales, los mataban retorciéndoles el pescuezo. Con la pena de ver eso con mis doce años, les pregunté por qué los mataban y me contestaron, para hacer polenta. Pasaron sesenta y cuatro años de ese crimen, me acuerdo como si fuera hoy.

Días pasados conversando con los hermanos Farela, quienes en esos tiempos tenían la quinta frente al maizal, comentábamos que habían desaparecido los mixtos y las cachirlas; por los depredadores como el hombre y los renegridos. Eso sí, de ellos, cada día hay más, vienen a dormir al pueblo.
Del otro lado del maizal, había una hilera de viejas higueras con variedad de clases que los muchachos y chicas las disfrutábamos. Haciendo un poco de historia, ese campo a fines del siglo XIX, había sido tierra del Coronel Julio Campos, que el sábado 26 de julio de 1890 fallece, víctima de la Revolución.

Volviendo al tema, si bien las higueras no eran nuestras, era lo mismo, porque los actuales dueños eran tan benévolos, que parecía campo abierto. Cualquiera podía, sin permiso, cazar, ranear o cortar cardos. Tenía trescientas hectáreas hasta el río. Los cazadores debían respetar el no tirar cerca de las vacas lecheras, cerca o arriba de las parvas que tenían chapas ya que por la chispa de los perdigones podían prenderse fuego.

Volviendo a las viejas higueras, recuerdo que en ese tiempo, los curanderos de turno decían que marcando en el tronco el pie en que estaba la hernia, se curaba. El proceso era poner el pie del lado saliente y con un cuchillo filoso cortar la corteza con la forma del pie. La creencia era que cuando se unía, la hernia se curaba. No solo sufrían esas agresiones, más de una de ellas estaban dañadas por rayos; al estar el pararrayos en la chimenea del edificio de Obras Sanitarias, algunos no llegaban y caían sobre ellas.
En el 1936, de noche, una centella fulminó ocho vacas lecheras cerca de las higueras.


viernes, 28 de agosto de 2015

14 Jornada Fotográfica e Histórica en Quilmes

Se llevará a cabo el día sábado 5 de septiembre en el Colegio de Abogados de Quilmes, Alvear 414 de dicha ciudad.
Como desde hace 14 años el Prof. Fernando San Martín organiza esta jornada donde prestigiosos historiadores presentarán trabajos relacionados a la fotografía antigua, la cinematografía y tarjetas postales.
Dicha jornada tiene entrada libre y gratuita, y se encuentra auspiciado por el Colegio de Abogados de Quilmes, la Asociación Amigos de la Fotografía Antigua Quilmeña, el Centro de Estudios e Investigación de la Tarjeta Postal y Fotografía Argentina (CEITPA), la Sociedad Iberoamericana de Fotografía Antigua, y la Asociación Orígenes de Berazategui.

Programación General:

9:30 hs . Acreditación - Inauguración de la 14 Jornada Provincial Fotográfica e Histórica en Quilmes.

10:00 hs Panelistas - Sr. Oscar Rodríguez Carabelli - "Don Luis Ambrosio Morante" (1780 - 1837)

10:20 hs Panelistas - Sr. Juan Carlos Grassi e Ing. David Iurescia - "La historia del Registro Civil de Berazategui - Biografía del Escribano público Enrique E. Soneyra" (1872 - 1960)

10:45 hs Panelista - Chalo Agnelli - "Quilmes Un Pueblo, 348 Historias"

11:10 hs - Receso - Café

11:40 hs Panelista - Sr. Juan Gómez - "Cabalgata de altura Tilcara- Calilegua (Jujuy)" - Marcos Kris - Técnica digital

13:00 hs - Receso - Almuerzo de camaradería

15:00 hs - Inauguración de la muestra fotográfica "De Jujuy a La Paz" - Viaje en tren en 1925

15:15 hs Panelistas - Sr. Héctor Luis Pezzimenti - "De Jujuy a La Paz" - Album fotográfico de un viaje en tren en 1925

16:00 hs Panelista - Sr. Norberto Gómez - "Jorge Bohm" - Primer fotógrado de Gral. Madariaga

16:20 hs Receso - Café

16:35 hs Sr. Héctor Cristiani - "Mi Abuelo, El Primero", Biografía y anecdotario de Quirino Cristiani

17:00 hs Panelista - Sr. Fernando San Martín - "Los inicios de la animación en la Argentina"

17:30 hs Amigos de la Fotografía Antigua Quilmeña - "Homenaje al vecino Alfredo San José" (1938 - 2010)

Entrega de Certificados



miércoles, 26 de agosto de 2015

Las anguilas

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Las anguilas", publicado en el libro "El Berazategui que viví II" editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

Las anguilas

Un domingo organizamos una salida de pesca, con un fin específico: pescar anguilas. Los muchachos de mo edad, conocíamos muchos lugares para poner los anzuelos: los arroyos, las zanjas. Cerca del río estaban las cuarenta quintas de Hudson, allí había muchas anguilas. Pero optamos por el arroyo Giménez que era el más cercano; lo costeamos, tenía el agua cristalina, no se había instalado aún Ducilo.

Nos encontramos con escombros del famoso matadero, que llegó a faenar diariamente mil cabezas de vacunos, trabajaban con dos mil obreros. La principal herramienta era el cuchillo. Era un trabajo muy rudo al igual que el de los sabaleros. No cuesta imaginar cómo arreglarían sus diferencias.

Volviendo a nuestra expedición de pesca de anguilas, llegamos a la desembocadura y enseguida comenzamos a pescar. Habíamos sacado unas cuantas, cuando se nos arrimó un hombre mayor y nos preguntó si le podíamos dar dos anguilas. Lo pensamos un poco ya que el refranero popular es bastante elocuente con el que pide pescado, pero nos explicó que era para remedios, tenía un cuñado borracho que le pegaba a su hermana y le habían dicho que poniéndole al vino sangre de anguila, perdería la costumbre de tomar. Le dimos tres. El se fue contento y a nosotros nos quedó la impresión de que habíamos aprendido algo.

Pasado un tiempo, me encuentro con el hombre en el pueblo, le pregunto si había dado resultado la experiencia y me dijo que vino no tomaba más, pero que ahora se emborrachaba con cerveza.



viernes, 7 de agosto de 2015

El tren de los cazadores

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, publicado en su libro "El Berazategui que viví II", titulado "El tren de los cazadores".

En la década del treinta, a las siete y treinta, pasaba el tren que iba a Pipinas y llegaba a las diez treinta hs. 


Me acuerdo que lo llamábamos el "tren de los cazadores", porque el vagón de carga se llenaba de cazadores junto con sus perros.


Pasando La Plata las estaciones intermedias eran Circunvalación, Elizalde, Arana, Correa, Bavio, Payró, Vieytes, Jonte y otras, hasta llegar a la de Pipinas.


Era zona de tambos, por lo tanto, perdicera, los cazadores para encontrar perdices no necesitaban caminar mucho. Bajando en esas estaciones, siguiendo la vía, ya podían cazar.

Cuando regresaban los cazadores a Berazategui, siempre había alguno esperándolos, además de curiosos para ver el resultado de la jornada. No faltaba algún vanidoso que bajaba con la cogotera llena de perdices y alguna liebre de bandolera. 
Parecía que estaban en pleno campo, pero por respeto a las disposiciones, la escopeta enfundada. 
Otros iban en el mismo tren a buscar caracoles.
Esa zona era de mucha conchilla, por ese motivo los caracoles tenían las cáscaras duras y dentro de los caracoles los agarraban fácilmente.
Por lo general era para hacer una comilona, en el bar y restaurante "La Perla" de Don Eugenio Hernández. La cocinera era su señora, doña Rosa; los tenía varios días antes purgándolos con harina de maíz y después los hacía en una salsa de receta exclusiva. Quedaban muy ricos.


Otra particularidad con respecto a los trenes, los que tenían parada en Berazategui después eran rápidos a La Plata, hacían trasbordo y el tren que los llevaba a las estaciones intermedias era una diesel que llamábamos "La Chancha" por su forma. Un vecino de Hudson era muy gordo y no podía entrar por las puertas chicas.

domingo, 3 de mayo de 2015

Los tamberos con reparto

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, publicado en el libro "El Berazategui que viví ", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui

LOS TAMBEROS CON REPARTO

Por lo general los tamberos en 1885, no tenían reparto. Mandaban la leche a la Capital. Era razonable, porque eran tan pocas las casas, que los vecinos iban directamente a los tambos de la zona, que eran muchos, a comprar la leche.

Los primeros eran Francisco Irigoyen, Martín Mendiberry, Germán Cantet, Ignacio Etchechiquia, Santiago Bacciadone, Juan Mendiberry, Martín Laiza, Modesto Gattone, Gregorio Etcheberry, Felipe Erbin, Francisco Drake, Juan Elizague y otros.

Sin embargo hubo un precursor MI ABUELO. Quien instalado desde 1870, con chacra y tambo, en lo que es hoy San Salvador, hacía su reparto de leche por San Salvador.

Mi abuelo a caballo con alforjas, llevaba las botellas de leche para los pobladores de aquella zona.

En 1900 lo sigue su hijo mayor Pedro. En 1910, el segundo, Domingo. Y en 1918, el menor, Ramón que estuvo más o menos treinta y cinco años con el reparto. Después sus nietos, Angel y Atilio. Son más de ciento diez años ininterrumpidos con el comercio de la leche. La familia Bassaber cerró la lechería y despensa en la callle 13 entre 148 y 149, en el año 2005.

Otros viejos lecheros eran: Bayer, Ignacio Uriola, Juan el Vasco, Ignacio Aristelen, Bacciadone, Bovelli, Sarries, los Souto y otros tantos.

Desde Berazategui, en 1900, se enviaba leche a la Capital Federal. Pero en la década del cuarenta quedaban pocos de los viejos tamberos y con el incremento del pueblo, tuvieron que traer leche de la zona de Magdalena, Bavio, Payró, etc.

Venía un tren carguero todos los mediodías. En la estación lo esperaban cuarenta y cinco lecheros con sus respectivos carros. Todos preparados para cargar de ocho a diez tarros de veinte litros cada uno.

Los lecheros eran José Saco, los Chillemi, Don Marcos Sarries, Belarra, Fego, Prieto, Gómez, Blanco, Ballesteros, Querejeta, Urman, Orlando Cruz, López, Ebri, Rossi, los Bassaber, Lombardi, Balasini, Collado, Roselli, Infantino, Politi, García, Simpatici, Guerra, Surrallain, Andrenaci, Manllini, Lustano, Marianito Sega, Dominisch, Jesús Borgoño, Valdez y otros más.

Todos los mediodías, la estación de trenes se convertía en una concentración de lecheros y algunos peones, con las consiguientes bromas entre ellos, Como cuando un día que había llovido, quedó un gran charco y estando los lecheros alrededor, vino Orlando Cruz con sus botas y bailó un malambo en medio del agua, salpicando a todos los que estaban cerca. Entonces el más viejo sacó un revolver, provocando un tremendo tumulto. Como ese hombre veía muy poco, los demás lo miraban como a un mono con navaja. Pero no fue más que un susto.

Los tamberos mandaban notas a los lecheros apretadas en las tapas de los tarros. Allí les explicaban, por ejemplo, que la leche tenía color verde porque las vacas habían comido cebada.

Un día uno recibió una nota donde le decía que le aumentaba la leche. Al otro día este lechero se fue a Bavio a protestarle al tambero por el aumento. Ahí se entera que la nota fue fraguada por los bromistas, con la complicidad de los demás.

Como eran cuarenta y cinco, había competencia entre ellos. Un vecino les compraba a dos lecheros, un litro a cada uno. Dejándoles las lecheras sobre una pared baja. Un día el cliente le dijo a el primero que la leche estaba sucia. Después de conversar, este lo convenció que no podía ser. Entonces el vecino espió al lechero que venía último, Con sorpresa vio como éste sacaba del bolsillo un puñado de bosta y se la ponía en la lechera del que venía primero. Pasó verguenza... y perdió un cliente. Pero esto se daba poco, por lo general eran buenos compañeros.

Siguiendo con las anécdotas, cuando Angel Bassaber tenía como repartidor a Tito Ortalda, éste cargó el tarrito con cinco litros con el que tenía que despachar a cinco clientas, a un litro cada una. Pero la anteúltima le rompió el esquema. Le pidió un litro y medio. Quedándole medio y por no ir al carro a buscar más, teniendo la canilla del jardín más cerca... agregó lo que faltaba. Con tal mala suerte que la cliente lo vio y lo increpó. Tito le dijo que le ponía agua "porque era leche muy gorda":

Como dato gracioso se cuenta que los que tenían tambo y reparto, les ponían a las vacas el nombre de las clientas. Así que estaban, la María, la Juana, la Elsa, la polaca, la Elvira, la Tana, la renga, etc.


viernes, 24 de abril de 2015

Juan Canaro en Berazategui

Compartimos otro relato de Don Claudio Buffevant sobre Juan Canaro, y sus visitas a la costa de Berazategui, publicado en "El Berazategui que viví I" editado por la Asociación Orígenes.

JUAN CANARO

Los que venían seguido a la costa de Berazategui, eran Juan Canaro y Carlos Pesce, uno músico el otro letrista. Demás está decir lo populares que eran en ese tiempo en el medio artístico. 



Iban a la pesquería de Rolando para ver si la proximidad del río, los inspiraba para componer algún tango.

Como en lo de Rolando había mucha gente y no tenían privacidad, se iban al recreo "La Joya"que se encontraba muy cerca. 

Otras veces venían en tren e iban al bar "El Trébol", de allí yo los llevaba al río en la amansadora.
A veces los acompañaba alguna "musa inspiradora".
Una tarde al volver del río, estando en el bar, Canaro me dijo: Poné la radio y sintonizá "Radio Porteña". Prendí la radio, y en ese momento el locutor anunció: "ahora van a escuchar a Juan Canaro y su orquesta". En ese tiempo todo iba en "vivo". La realidad es que en ese momento, Canaro, estaba en Berazategui. El bandoneonista, tal vez dirigía la orquesta.

No fue en vano venir a componer en la costa de Berazategui, porque compusieron un tango que fue muy popular "Copa de ajenjo".


Fue el tango que mejor cantó Azucena Maizani.



LETRA DEL TANGO "COPA DE AJENJO"

Suena tango compañero, 
Suena que quiero cantar,
Porque esta noche la espero,
Y sé que no ha de llegar.
Y en esta copa de ajenjo
En vano pretendo mis penas ahogar.
Suena tango compañero, 
Suena que quiero llorar.

Pensar que la quise tanto
Y embrujao por sus encantos
Hoy perdí la dignidad;
Soy un borracho perdido
Que en la copa del olvido
Busca su felicidad;
Son caprichos del destino
Que lo quiso una mujer,
Si está marcado mi sino
Quién sabe si ha de volver...
¡Pero yo la esperaré!...

Suena tango compañero
Como una recordación,
Si lloro porque la quiero
Son cosas del corazón.
Sirva otra copa de ajenjo
Que a nadie le importa si quiero tomar.
Porque esta noche la espero
Y sé que no ha de llegar...

Letra: Carlos Pesce
Música: Juan Canaro

martes, 7 de abril de 2015

El ayer de San Francisco

Compartimos con Ustedes, otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "El ayer de San Francisco", aparecido en "El Berazategui que viví II" publicado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

Para tomar la primera comunión, tuve que ir a San Francisco, a la iglesia Nuestra Señora de Luján, inaugurada en 1895.
En ese tiempo no había colectivos, hablamos del año 30 ó 31; mi recorrido para llegar a la iglesia era: cruzar la barrera de la 14, donde estaba la casa que más tarde sería el Politécnico, luego pasar la Estación, donde se encontraban los viejos cocheros, ya algunos motorizados con los Ford T, como Guillán, Castelano, el Inglés,el turco Elías y otros. Costeando la Rigolleau, ya estaba alertado que salía la máquina con los vagones a la calle, para entrar a las vías de la estación. seguía costeando la fábrica donde estaba la entrada al parque de la empresa. Ya en San Francisco, la actual calle 21, en la esquina del otro lado de la vía, estaba la vieja farmacia de Carbonell, edificio todavía en pie; frente a Rigolleau la esquina del bar de Joaquín; en la calle 149 y 21 lo que era la Colomba. Esa mansión era del señor Liberti y por los años 45, el presidente de River Plate traía a los jugadores para concentrarlos allí, hoy es la Escuela 501, de Educación Especial.
Siguiendo rumbo a la iglesia me encontraba con el salón de la Sociedad de Socorros Mutuos "La Esperanza", que había sido fundada en 1891, a pocos metros estaba el almacén de ramos generales de los Traverso, hoy Museo Histórico y Natural de Berazategui.
En la década del `30, era común ir por el barrio San Francisco y sentir las radios eléctricas puestas a todo volumen en la cocina y escuchar los tangos que cantaban Azucena Maizani, Carlos Gardel. En sus altas veredas se escuchaban los acordes de la guitarra de los hermanos Amado y hoy todavía, en cada esquina se intuye la figura de Labayeto, que cantaba a su querido barrio; se veía en sus calles de tierra al negro Lozano, con su carro de carnicero, con las gancheras llenas de carne, a los hermanos Bagge, con su camioncito, llevando pasto a Rigolleau para embalar la mercadería; también se veía pasar, los domingos, rumbo a la iglesia a los viejos cocheros, con sus "forcitos" llevando a religiosas como mi abuela.
Era todo un arrabal con estampas de tango.
Pasaron sesenta y cinco años de mi primera comunión. El Museo cumple sus ocho años manteniendo dentro suyo más de cien años de historia. Es un Museo alegre ya que en su corta vida, lo han visitado más de nueve mil chicos de colegios de la zona, conociendo así el origen de su ciudad.
Es el barrio de San Francisco.


domingo, 5 de abril de 2015

Los Barrios, por Claudio Buffevant

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Los Barrios", publicado en "El Berazategui que viví III", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

LOS BARRIOS

Desde la calle 14 hasta la 4 hoy 21 estaba el tambo de Domingo Bassaber, hoy allí está el Politécnico, al lado estaba la quinta de: Francisconi, Calcabrini, Vieiras y Lisiardelo, donde hoy está la cancha de los naranjas.
Otra quinta grande era de Porfiri, que estaba, más o menos de las calles 17 a 21, debajo de las quintas, para el lado del río vivían numerosas familias como: Panadero, Ramayito, Lulani, Pedro Pauli, Sisto, Frigerio alias Tarugo, Lembo alias Tocino, Vazquez, Molina, Coronel, Quico frente a la casa quinta de Valdivia, estaban los Blanco, la mayoría de estas familias eran pescadores de las redes de la costa, otros trabajaban en las quintas, la mayoría de ellos eran clientes de los hermanos Bolsi dueños de la famosa Rosada de la calle Mitre, donde hoy se encuentra un supermercado, como en ese tiempo las casas estaban alejadas unas de otras, quedaban baldíos en donde Domingo Bassaber sembraba alfalfa, me acuerdo que venía de Quilmes un hombre con un carro a comprarla, tenía una guadaña especial en forma de manojo, lo ataba con junco y lo tiraba hacia arriba del carro para llevarlo a Quilmes para venderlo a la Cochería Roverano para que verdiaran los lustrosos padrillos, que tiraban los antiguos coches fúnebres que en el `29 llevaron a mi padre.
Volviendo a los barrios, mi tío y primos tenían el tambo cerca de Valdivia, y Jacarandá, mi primo Atilio tenía una alforja hecha de arpillera con unas bolsas donde llevaba unas diez botellas de leche, con su caballo y esta carga hacía el reparto, ya que no se podía hacer con carro porque no había calles sino senderos que se hacían al andar, era tanta la familiaridad que tenía mi primo con esta gente que llegaba hasta la cocina, en una de esas casas vivía un matrimonio con un hijo, cuando llegaba Atilio con la botella, como era siempre a la misma hora se encontraba a la clienta dándole la teta a su hijo, que según mi primo parecía que tenía como cinco años, en esos tiempos los doctores como Mario Di Iorio o Federico Torres aconsejaban a las madres a dar de mamar a sus hijos hasta que se "secaran" por eso se veían muchas madres flacas con hijos gordos como el de este relato, aunque este tenía también otros vicios, la madre fumaba y cuando dejaba el pucho en la mesa el mamón le pegaba unos pitazos entre provechito y provechito.
En la mayoría de estas casas los chicos a los seis o siete años era de a caballo.


miércoles, 18 de marzo de 2015

JOSÉ SEGUNDO VARINO - Autor: Juan C. Grassi -



JOSE SEGUNDO VARINO 
(03-03-1887 / 23-12-1954)
Autor: Juan Carlos Grassi


Atanasio Antonio Lanz, en su cuaderno de notas que redactó y publicó en 1920, expresó:

Los nacientes y jóvenes pueblos de nuestra patria y, especialmente, los situados en zonas privilegiadas por su ubicación geográfica, serán en un futuro no lejano, ciudades de importancia. Entre ellos, estará Berazategui. (…) Entonces se deseará tener conocimiento de sus orígenes, de sus antecedentes, de sus antiguas familias pobladoras, de sus instituciones básicas, lo que generalmente no se consigue por lógica desaparición de los organizadores, de sus testigos y de mucha de su documentación escrita”. (1)


Una de las tantas familias pobladoras que se radicaron, crearon instituciones y engrandecieron Berazategui, fue la familia Varino. 
José Segundo Varino nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1887. Hijo de Giuseppe Varino y de Adela Spadone, inmigrantes procedentes de la provincia de Cúneo, Italia, vivió en la provincia de Entre Ríos hasta su juventud. 
En 1909, el 15 de mayo, José Segundo contrajo enlace con Casimira Anaya en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, con quien tiene tres hijos: Víctor José (1910); Humberto Bladimiro (1911), apodado  “Makena”; y Adela Etelva (1913), todos oriundos de Talleres, en aquellos  tiempos, partido de Avellaneda.
  
Por los años 1915-1916, se radica definitivamente en Berazategui alojándose, primeramente, al fondo del almacén de Luis Dacrema, ubicado en "Diagonal B" entre las calles 12 y 13 (hoy Lisandro de la Torre entre 15A y 15). 
Un par de años más tarde (1919) compró a los hermanos Bruschetti un lote en el Pueblo de San Salvador, sobre la calle 18 (actual calle 10) y finalmente adquirió y edificó en la calle 12 entre 29 y 30 (actuales: 15A entre 150 y 149).


Junto con su hermano Humberto instaló, en el edificio que fuera el almacén de Luis Dacrema, el Café-Bar “El Sporman”, en el cual la juventud de la época se reunía para tomar un vermouth, un chop o un café, mientras jugaban billar, truco, dados, etc., en tanto, en un baldío cercano, unos muchachos jugaban al fútbol; muchachos que ayudó y alentó en sus primeros pasos hasta fundar, en 1917, el Club Sportivo (hoy Deportivo Berazategui)
Dirigente del partido Demócrata Conservador, representó a Berazategui desde una banca del Concejo Deliberante de Quilmes,
consiguiendo la promulgación de varias Ordenanzas de gran beneficio para el pueblo donde vivía.
              
Después, fue designado Jefe de la Defensoría de Menores y la Alcadía de Berazategui, en cuya labor dejó sentada una recia personalidad y un alto espíritu patriótico.

Dedicado, desde 1922, a la cría de palomas mensajeras, funda (08-021923) con su hermano Humberto y los aficionados Jorge Ribeyrol, Oreste Caffarena, Nicéforo Rodríguez y otros, el Club Colombófilo Berazategui, ejerciendo los más altos cargos directivos. 
Durante varios períodos integró la mesa directiva del Círculo Colombófilo Avellaneda y de la Federación Colombófila Argentina
También ocupó una banca en el Consejo Asesor de esta última, representando a las instituciones colombófilas en el interior del país. Fue designado “miembro honorario” del Club Colombófilo Alas Whitenses y de la Sociedad Colombófila Alas Venadenses, de las cuales fue fundador. 


En 1924 integró la comisión fundadora de la Biblioteca Manuel Belgrano, ubicada en la actual Lisandro de la Torre casi calle 17. Y en 1934, fue socio fundador y primer presidente de la Sociedad de Beneficencia y Asistencia Pública de Berazategui Julia Copello de Tiscornia. 
José Segundo Varino, conocido con “Don Pepe”, vivió, junto a su compañera Casimira y sus hijos e hijos políticos: Víctor José casado con Margarita Vagge;  Humberto Bladimiro casado con Leonilda Golpe y Adela casada con Carlos Crubellatti, una vida muy placentera y fructífera disfrutando de sus nietos: Carlos (h) y Etelva Crubellatti; Héctor Amilcar; Víctor Oscar y Ana María Varino. 
Con la pérdida de su esposa (1951) y de su hijo Humberto Bladimiro (1953) (2), se agrava su salud y el 23 de diciembre de 1954 fallece a causa de “arteroesclerosis” (3) 
Sentadas: Tola, Lidia, Leolinda, Margarita. De pié: Makena, Pepe y Víctor  En brazos: Mabel y Héctor. –circa 1930-
Seis años después se concretó la tan ansiada autonomía de Berazategui, siendo él uno más de los gestores de ese sueño de emancipación.  Su ilusión se cumplió y su nombre quedó grabado en la epopeya de nuestra Autonomía. 
Sus condiciones personales de hombre de bien, le trajeron el aprecio de cuantos lo trataron en los largos años de su actuación pública.
PARA LA PUBLICACION DE FOTOS Y / O PARTE DE ESTA NOTA, DEBE SOLICITARSE PERMISO AL AUTOR, Y LUEGO CITAR LA FUENTE.
NOTAS
(1) Apuntes para la historia de Berazategui, por Atanasio Antonio Lanz, Libro n° 1, Asociación Orígenes Berazategui. Año 1994. 
(2) Falleció en 1953, Moreno n° 224 casi Pueyrredón, a la edad de 41 años; causa: “nefritis crónica arterioesclerótica”.
(3) Certificó deceso: Dr. Juan Greco, Acta 211, Registro Civil Berazategui. 

Fuente: Ana María Varino
Fotos: cedidas gentilmente por Ana María Varino.


Recopilación: Juan Carlos Grassi
Investigador histórico
Asociación Orígenes de Berazategui
Copyright  2012