sábado, 21 de noviembre de 2015

Los nutrieros

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant titulado "Los nutrieros", publicado en su libro "El Berazategui que viví I", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

Los nutrieros

Las vacaciones, del 41, fui a pasarlas a la costa de Pereyra, donde mi tío era encargado de la pesquera. Allí conocí a los hermanos Gamarra. Mayores que yo unos cuantos años, eran "yuyeros" y "bicheros". Venían de Villa Elisa.
Mi tío les había dado permiso para "nutriar". Los doce meses del año vivían de lo que le daba la costa y el bañado. En los meses de pleno invierno eran nutrieros, cuando vale más el cuero. Los demás meses del año los repartían en juntar yuyos en la orilla del arroyo El Marinero, donde había mucha cola de caballo, zarzaparrilla, lucera, anacaguita, sarandí blanco y otros. En tiempo de las ranas, se convertían en "raneros" y también cazaban burritos del bañado, que es un pájaro muy bonito que vive en la paja brava; también eran muy baqueanos para cazar pichones de tero, y los vendían a las pajarerías. Además cazaban sapos para vender a los farmacéuticos. Los empleaban para hacer la reacción de embarazo de las señoras de esa época.

Cuando soplaba viento norte, recorrían la costa desde Boca cerrada a Hudson, buscando madera, porque con ese viento salía mucha. Allí me enseñaron la ley de los costeros: cuando hay madera parada o puesta en cruz ya tiene dueño y hay que respetarla.
Pocas leyes se respetan tanto como las sin papeles.
Contaban que lo más penoso era la caza de nutrias. Entraban por la tranquera que estaba en el camino de Villa Elisa a Punta Lara, ya en el Parque Pereyra con el carrito con todo lo necesario. Se pasaban varios días nutriando; cuereaban y salaban los cueros y los estaqueaban allí mismo. Eran grandes pajonales donde había muchas nutrias. En pleno invierno era muy sacrificado, contaban que con las varas del carro y unas lonas, improvisaban una carpa para hacer noche. Cómo me hubiera gustado hacer esa vida; pero claro, en ese tiempo yo tenía diecinueve años.


lunes, 9 de noviembre de 2015

La colmena

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant titulado "La colmena", publicado en su libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.

La colmena

En el Berazategui del cuarenta había muchos quinteros y floristas, por eso no podía faltar quien criara abejas. Este era Enrique Rosello. Tenía los colmenares donde hoy está el Complejo Deportivo de la Asociación Deportiva Berazategui. Cuando se vendieron estas tierras, se fue con los colmenares al edificio de Obras Sanitarias, donde el casero era Mariano Cruz.

Al pasar por allí camino al río, siempre iba a visitarlo. Un día me dijo si lo acompañaba a buscar enjambres en los montes de Podestá, en la costa de Plátanos. Había muchos, porque en primavera, cuando nacía una nueva reina, se iba y formaba una nueva colmena.


Y así fue, que un día con un cajón especial que él mismo había construido, nos fuimos en tren hasta la estación Hudson. Caminamos hasta los montes de la costa, nos internamos buscando árboles viejos con huecos. Encontramos muchos que eran madrigueras de comadrejas, en otros había nidos de golondrinas de monte, que es mucho más chica que la pueblerina y muy mansita. Pasan volando a gran velocidad rozándolo a uno. Por fin en un hueco encontramos lo que estábamos buscando. Un enjambre que daba miedo ver. ¡La cantidad de abejas que tenía! Pero como Rosello me había explicado, en esas circunstancias no pican. Con un pincel para no lastimarlas las puso en un cajón y así lo trajimos.

                       Ahora ya tenía otra colmena.