Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, titulado "Los camalotes", y publicado en "El Berazategui que viví I", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.
Los camalotes
Cuando crece mucho el río Paraná, entran en el Río de la Plata, grandes cantidades de camalotes, llegan casi hasta la Bahía de Sanborombón. Un día en la década del 30, el río parecía un bañado por la gran cantidad de camalotes; los había grandes y chicos, pero todos unidos.
En uno vino un lagarto como de un metro y medio de largo. Lo cazaron los pescadores y lo llevaron a la pesquería de Rolando. Lo pusieron en un tacho que se usaba para cocinar pescados, y allí estuvo en exhibición mucho tiempo. En otro camalote vino un monito, todo eso era gracioso, pero lo peligroso eran las víboras yarará, que también venían. Un día mi tío arreaba las vacas en el bañado entre la paja brava, y el caballo pisó una, casi lo pica. Las víboras generalmente son mansas, si no son molestadas no pican. En la costa y en el bañado de Berazategui, rara vez se ve alguna, únicamente por esas circunstancias, cuando bajan del Paraná.
Una vez quedó varado en la costa un camalote como de dos hectáreas, parecía un pedazo de isla que se había desprendido. A los caballos no los podían hacer arrimar, se asustaban, no por lo que veían, sino por el olor que despedían los animales y reptiles que habían estado sobre él. Los caballos sienten el mismo temor cuando pasan frente a un circo con animales salvajes.
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