domingo, 3 de mayo de 2015

Los tamberos con reparto

Compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant, publicado en el libro "El Berazategui que viví ", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui

LOS TAMBEROS CON REPARTO

Por lo general los tamberos en 1885, no tenían reparto. Mandaban la leche a la Capital. Era razonable, porque eran tan pocas las casas, que los vecinos iban directamente a los tambos de la zona, que eran muchos, a comprar la leche.

Los primeros eran Francisco Irigoyen, Martín Mendiberry, Germán Cantet, Ignacio Etchechiquia, Santiago Bacciadone, Juan Mendiberry, Martín Laiza, Modesto Gattone, Gregorio Etcheberry, Felipe Erbin, Francisco Drake, Juan Elizague y otros.

Sin embargo hubo un precursor MI ABUELO. Quien instalado desde 1870, con chacra y tambo, en lo que es hoy San Salvador, hacía su reparto de leche por San Salvador.

Mi abuelo a caballo con alforjas, llevaba las botellas de leche para los pobladores de aquella zona.

En 1900 lo sigue su hijo mayor Pedro. En 1910, el segundo, Domingo. Y en 1918, el menor, Ramón que estuvo más o menos treinta y cinco años con el reparto. Después sus nietos, Angel y Atilio. Son más de ciento diez años ininterrumpidos con el comercio de la leche. La familia Bassaber cerró la lechería y despensa en la callle 13 entre 148 y 149, en el año 2005.

Otros viejos lecheros eran: Bayer, Ignacio Uriola, Juan el Vasco, Ignacio Aristelen, Bacciadone, Bovelli, Sarries, los Souto y otros tantos.

Desde Berazategui, en 1900, se enviaba leche a la Capital Federal. Pero en la década del cuarenta quedaban pocos de los viejos tamberos y con el incremento del pueblo, tuvieron que traer leche de la zona de Magdalena, Bavio, Payró, etc.

Venía un tren carguero todos los mediodías. En la estación lo esperaban cuarenta y cinco lecheros con sus respectivos carros. Todos preparados para cargar de ocho a diez tarros de veinte litros cada uno.

Los lecheros eran José Saco, los Chillemi, Don Marcos Sarries, Belarra, Fego, Prieto, Gómez, Blanco, Ballesteros, Querejeta, Urman, Orlando Cruz, López, Ebri, Rossi, los Bassaber, Lombardi, Balasini, Collado, Roselli, Infantino, Politi, García, Simpatici, Guerra, Surrallain, Andrenaci, Manllini, Lustano, Marianito Sega, Dominisch, Jesús Borgoño, Valdez y otros más.

Todos los mediodías, la estación de trenes se convertía en una concentración de lecheros y algunos peones, con las consiguientes bromas entre ellos, Como cuando un día que había llovido, quedó un gran charco y estando los lecheros alrededor, vino Orlando Cruz con sus botas y bailó un malambo en medio del agua, salpicando a todos los que estaban cerca. Entonces el más viejo sacó un revolver, provocando un tremendo tumulto. Como ese hombre veía muy poco, los demás lo miraban como a un mono con navaja. Pero no fue más que un susto.

Los tamberos mandaban notas a los lecheros apretadas en las tapas de los tarros. Allí les explicaban, por ejemplo, que la leche tenía color verde porque las vacas habían comido cebada.

Un día uno recibió una nota donde le decía que le aumentaba la leche. Al otro día este lechero se fue a Bavio a protestarle al tambero por el aumento. Ahí se entera que la nota fue fraguada por los bromistas, con la complicidad de los demás.

Como eran cuarenta y cinco, había competencia entre ellos. Un vecino les compraba a dos lecheros, un litro a cada uno. Dejándoles las lecheras sobre una pared baja. Un día el cliente le dijo a el primero que la leche estaba sucia. Después de conversar, este lo convenció que no podía ser. Entonces el vecino espió al lechero que venía último, Con sorpresa vio como éste sacaba del bolsillo un puñado de bosta y se la ponía en la lechera del que venía primero. Pasó verguenza... y perdió un cliente. Pero esto se daba poco, por lo general eran buenos compañeros.

Siguiendo con las anécdotas, cuando Angel Bassaber tenía como repartidor a Tito Ortalda, éste cargó el tarrito con cinco litros con el que tenía que despachar a cinco clientas, a un litro cada una. Pero la anteúltima le rompió el esquema. Le pidió un litro y medio. Quedándole medio y por no ir al carro a buscar más, teniendo la canilla del jardín más cerca... agregó lo que faltaba. Con tal mala suerte que la cliente lo vio y lo increpó. Tito le dijo que le ponía agua "porque era leche muy gorda":

Como dato gracioso se cuenta que los que tenían tambo y reparto, les ponían a las vacas el nombre de las clientas. Así que estaban, la María, la Juana, la Elsa, la polaca, la Elvira, la Tana, la renga, etc.