lunes, 3 de febrero de 2014

Prevenciones por la sudestada

Hoy compartimos con Ustedes otro relato de Don Claudio Buffevant titulado "Prevenciones por la sudestada", publicado en su tercer libro "El Berazategui que viví III, donde se vivencia como eran las crecidas que sufrían con frecuencia quienes vivían cercanos a la costa del río de la Plata.

Prevenciones por la sudestada

El capataz, observando el viento, decía: “Mirá, Rosendo, tengo que ir al pueblo, pero veo que está soplando el sudeste, ya está el río tapando los albardones, perdió la bajante de las seis de la tarde y si sigue este viento el repunte va a ser bravo, toma precauciones.
Primero descolgá la red de los palos, ponela en el bote como para tirar un lance, pero el bote sacalo del agua y atalo al palenque como si fuera el nochero, porque si la sudestada es brava no hay ancla que aguante, también frená el molino para que no se descontrole con el viento. Hacé abrir las tranqueras y que las aseguren para que no se cierren solas y así se conviertan en una trampa para los animales”.
Mientras hacía estas recomendaciones veía como las gaviotas y os cuervos volaban detrás del monte, casi a ras de tierra esquivando el viento. Seguía diciéndole a Rosendo: “Mirá, si sigue la crecida va a inundar la pesquería por el lado del campo porque es más bajo y sale el río por los arroyos y zanjas; el problema es si el agua llega a los chiqueros. Te recomiendo que a los lechones los cargues en un carretón y los lleves a tierra firme, son muy buenos nadadores pero si es mucho lo que tienen que nadar se degüellan con las pezuñas. Por la caballada no te preocupes que todos fueron amansados y enseñados a nadar por el sapito Gabriel para tirar de la red. Por los patos, gansos y pavos no hay problema, se van a arreglar solos, os dos primeros son nadadores, y los pavos, que no lo son tanto, pasan la noche en lo más alto de las plantas. El problema son las gallinas, salvá las que puedas y acordate que cerca del cañadón, en el cardal se echaron dos cluecas batarazas con 15 huevos cada una.
Todas estas recomendaciones son secundarias, si ves que sigue creciendo, prepará dos carretones y cargá los changos y las mujeres. Mira que no se vaya ninguno de a pie porque al estar el camino inundado se puede caer en la zanja. Que nadie se quede en el rancherío. Que no pase como con la crecida del 40, que murieron tres viejos costeros: Gauna, Don Esteban y Balengo”.



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