lunes, 10 de febrero de 2014

Una mañana del ´40 en el centro

Compartimos con Ustedes otro relato del libro "El Berazategui que viví II" de Don Claudio Buffevant. En el mismo, nos cuenta como era una mañana en el centro de Berazategui en 1940. Que lo disfruten!!!


Una mañana del ´40 en el centro

A las seis de la mañana, ya se sentía cuando Lito Rodríguez levantaba la cortina de su carnicería, que estaba en 14 frente a la vía, donde hoy se encuentra una perfumería. Temprano preparaban los pedidos que había tomado el día anterior, con su repartidor, el negrito Ortalda, que luego repartía a domicilio. También, a las 6, en Rigolleau, entraba el turno que trabajaba de 6 a 14 hs, otro turno era de 14 a 22 y otro de 22 a 6 hs. A las 7, entraban los que trabajaban de pito a pito. Se decía así porque a las 7 y a las 11, sonaba un pito que indicaba la entrada y la salida, y a la tarde era a las 13 y a las 17; el pito era como una sirena.
Ya a las 8hs., el centro neurálgico de Berazategui, la barrera, era un desfile de carros con materiales de construcción, los lecheros que eran como veinte, agregándose los panaderos y almaceneros, todos a domicilio. Los repartos de bebidas los hacía Elissalt; de cerveza en barriles y en botellas, soda y bebidas sin alcohol. El repartidor Venancio, un español muy buen hombre, hacía su trabajo con un carro más grande que los comunes tirado por dos percherones. Recuerdo que en las mañanas de pleno invierno, el agua que había en la calle se escarchaba y al tener herraduras, los pobres percherones se caían y Don Venancio tenía que desatarlos para que pudieran ser levantados. Así eran las heladas de esa época.
Los verduleros y fruteros, un capítulo aparte, como Saverio, que con sus pregones tales como “un montón de zapallito por dieche” o el de los fruteros: “duraznos a 40 el ciento”.
Como si no fuera bastante los vendedores que teníamos, también que venían de Bernal los carros de la Panificadora Argentina, tirados por mulas, todos ellos con buenos aperos. Los que disfrutaban eran los chicos, quienes les sacaban las tachuelas para adornar los baleros.
Casi todos los repartos, se hacían a tracción a sangre, por eso la Asociación Sarmiento Protectores de Animales puso un bebedero frente a la casa quinta de los Stanfield, donde hoy se encuentra la zapatería Wainmayer.

Claudio Buffevant, El Berazategui que viví II (2003)


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