viernes, 31 de enero de 2014

Camino a la costa de Pereyra

Hoy queremos compartirles un relato del querido y recordado Don Claudio Buffevant sobre como era ir desde Berazategui hasta la pesquería ubicada en la costa de Pereyra. 
Que lo disfruten !!!


Camino a la costa de Pereyra

Salimos un domingo a la mañana, con amansadora. Era el año treinta y nueve, íbamos con destino a la pesquería de Pereyra, donde Atilio Draghi era encargado. Fuimos por la 14 hasta Mitre, que todavía era de tierra. Pasamos por las quintas de los Porfiri, por el boliche “La Rosada” de los Bolzi, donde paraban la mayoría de los pescadores y por la casa de las familias Haymes y Magallanes cerca de “La Chaqueña”, donde vivió la Dra. Julieta Lanteri. Con gran esfuerzo para el petiso, pasamos las cuatro o cinco cuadras del arenal y llegamos al arroyo de Plátanos, que en esos años era un espectáculo, con sus aguas limpias y su monte.
Ya en Hudson paramos en el boliche de la vasca Martina, para que descansara el gateado. Seguimos, pasamos por lo de los Goñi, estaba cerca del matadero de Chillan y allí fuimos a buscar achuras. Luego, unas cuantas quintas, una de las últimas era de los Albanese. Ya en el camino del puente de hierro, seguimos el paso hasta la costa, llegamos al almacén de César García. En ese momento estaban las cuarenta quintas con su colegio en plena actividad. Al otro año vino la creciente de mediados de abril e hizo un desastre rompiendo el tajamar y de a poco las fueron abandonando. Fuimos a la orilla del río para ver si estaba bajo y seguir por la playa, pero había crecido. No tuvimos más remedio que ir por el bañado, por un camino precario, entre cañadones.
Según estudios actuales estos bañados habían sido cangrejales como los de la bahía de Samborombón. Ese camino también lo hacía Don Severo Lacava para llevar vino y del otros artículos a la pesquería.
Era notable la flora y la fauna -¡con tanto campo! - , pajonales, lagunas, zorros, nutrias, ñandúes, venados machos jóvenes, que habían sido echados de la manada por los machos adultos. Estos estaban en un monte cerca de la estación de Pereyra, los jóvenes saltaban los alambrados y se criaban en el bañado. Cuando adultos y en época de celo, volvían a la manada.
En los montes de la costa había también gatos monteses. Era notable la cantidad de yuyos medicinales y plantas como anacaguita, sarandí blanco y otros. También habitaban toda clase de pájaros predominando el zorzal. El ave que más me llamabala atención era la espátula tornasolada que siempre pasaba volando a ras de agua a cuarenta metros río adentro. Nunca las vi posadas en la playa. Tenía ese nombre por el parecido del pico con la herramienta que usaban los artesanos frentistas de esos años.
Gozando del viaje por lo que me daba la naturaleza, cruzamos un puente precario sobre el arroyo El marinero muerto, así lo llamaban los viejos pescadores.
A su orilla estaba la pesquería de los Pereyra, la más grande de la costa bonaerense.


Claudio Buffevant, El Berazategui que viví II


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