Compartimos otro relato de don Claudio Buffevant, publicado en su libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui
La Armonía
Cuando se formó la Sociedad de Socorros Mutuos "La Armonía", precisaban fondos para hacer el salón; el lote ya lo tenían. Se hizo una pista en el fondo, donde hoy está la iglesia.
Como mi tío Nicolás Daniele era de la comisión, mi primo Nicolás y yo, preparábamos paquetes de caramelos "Georgalos". Estos eran unos caramelos grandes rellenos que venían presentados de forma que había que fraccionarlos, porque las bolsas eran grandes. Como chicos golosos que éramos, cada tanto nos cobrábamos una comisión, junto a los famosos chocolatines Kelito, que eran parte de los premios que se otorgaban en las kermesses.
Estas se hacían bajo una linda arboleda. Los sábados y domingos no faltaba la "ruleta", el "tiro al blanco" y otros entretenimientos, las famosas "romerías españolas" y algún espectáculo de boxeo. Acá teníamos a Luis "Globito" Perez que era campeón liviano.
Todo lo relatado se efectuaba en la pista y como queda dicho, la finalidad era recaudar fondos para la construcción del salón. Hecho que ocurrió del 29 al 30. A partir de ese momento, todo acontecimiento de relevancia se hacía en ese salón. Llámese teatro, boxeo, y los famosos bailes de la década del 40. Allí se floreaban los hermanos Cónsola, los Chilleme, los Bauzo, los Fedele, Adamo, "Tierrita" Romano, Mario Leanza... Estos dos últimos, si no habían ido a colarse a algún casamiento, porque tenían esa especialidad.
Al poco tiempo se construyó enfrente, el bar "El Trébol". Esto dio lugar a muchas anécdotas, ya que la muchachada en los intervalos se reunía en la puerta del bar.
En una ocasión el salón lo había alquilado el Sr. Bermejo para hacer bailes y en la puerta controlaban las entradas y daban la contraseña. La muchachada corta de plata se las prestaban para ir a bailar un poco cada uno.
Una noche, en un momento dado, Cuqui Bello suplantó un rato al portero, llegó un muchacho que al no tener tarjeta Cuqui no lo dejaba entrar, y el desconocido le dijo: ¿vas a cantar vos pibe?
¡Era Fiorentino!
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