Compartimos con Ustedes otro relato de don Claudio Buffevant, publicado en el libro "El Berazategui que viví II", editado por la Asociación Orígenes de Berazategui.
Las peras de "Bacha"
Una mañana, como todos los días, fui a comprar el pan a la panadería "El Centenario". Era una de las primeras de San Salvador, pertenecía a la familia Folgueiro, que después vendieron a Rey, y a su vez cuñado de "Bacha", que es la persona a la que voy a hacer referencia.
Era muy buscavidas, tenía una chatita y había comprado la producción de las plantas de pera de los quinteros de la costa de Hudson. Tenía que juntarlas y pagar por planta. Me preguntó si podía ayudarlo y le dije que sí. Al día siguiente, de mañana fuimos. Comenzamos por hacer una escalera para subir, había que fabricarla con troncos de álamos. De pronto nos dimos cuenta que teníamos competencia: eran los pájaros que comían las peras, parecían convocados en asamblea permanente. En mi imaginación, sentía a la calandria silbando, el pájaro carpintero golpeando el sauce como si fuera un bombo, apareció la ratona que humilla al hombre poniendo los huevos en los bolsillos de los espantapájaros y allí los incubaba. No faltaba el acomodaticio gorrión, para ver si podía sacar tajada. En tren de imaginar, estaba el colibrí con sus vuelos acrobáticos y el cardenal y el federal, con un emblema de sangre en la cabeza y pecho. Habiendo fabulado todo esto, le dije a Bacha que podríamos dejar veinticuatro peras maduras por planta para que no piquen las verdes. Con esto último lo convencí. Los pájaros y yo quedamos contentos.
Las plantaciones de peras estaban cerca del colegio y del camino; hasta el puente de hierro había más o menos 7 Km. Doy estos datos a raíz del apuro que pasamos la mañana que abocados a la recolección, decidimos poner al fresco quince peras. Eran de agua, comíamos a cada rato.
Las consecuencias no se hicieron esperar.