Compartimos con Ustedes otro relato de don Claudio Buffevant, publicado en su libro "El Berazategui que viví", dedicado a los antiguos boliches de la zona.
El Boliche de Don Emilio
A comienzos de siglo, había en San Salvador, un boliche muy concurrido, venían los pescadores, también los belgas, los austríacos y franceses que trabajaban en Rigolleau.
En ese tiempo había muchas bebidas prohibidas; "ajenjo", "pernot", "suisé", todas atacaban la cabeza y les provocaban temblores.
El dueño era un francés, se llamaba Emilio, según me contaron mis tíos; era un hombre grandote y cuando alguno se emborrachaba y ocasionaba algún problema, lo tomaba del cuello y de la parte trasera y lo tiraba al medio de la calle. Menos mal que en esos tiempos las calles eran de tierra. Tenía una clientela que tomaba mucho. Los belgas eran unos cuantos y uno de ellos era un borracho perdido. Un día fueron al río a comer un asado y el más borracho de todos se ahogó en un charco de agua. Los demás no sabían qué hacer con el ahogado, no conociendo las reglas del cementerio, lo cargaron en un carrito y lo llevaron para enterrarlo. Cuando llegaron con el finado, las autoridades del cementerio llamaron a la policía y los metieron a todos presos.
El frente de este boliche ubicado en la calle 147 entre 12 y 13, todavía se conserva.